Terapia Breve y Cursos

28
junio
2017
28 junio 2017

11 principios para una Terapia Breve Centrada en Soluciones

La Terapia Breve Centrada en Soluciones es una terapia creada originalmente en Milwaukee y desarrollada a fines de los setenta por Steve de Shazer Insoo Kim Berg y el equipo del Brief Family Therapy Center, apuntando en una dirección distinta a la del MRI y su Terapia Breve Estratégica: el foco de atención del equipo de Milwaukee se centró en descubrir los recursos de las familias enfocándose en las excepciones y no en interrumpir las pautas interaccionales que los terapeutas de Palo Alto indentificaban como intentos estériles de solución del problema (el “más de lo mismo”) que se convertían finalmente en un problema. De Shazer y su equipo optaron por un modelo más colaborativo apostando por una idea: la familia tiene la solución y no el terapeuta, tomando de base lo que funciona.

Los 11 principios que veremos a continuación dan forma a la Terapia Breve Centrada en Soluciones. Estos principios guían la práctica para elaborar una relación terapéutica y construir soluciones.

1. Cada persona es única

Como sistemas vivientes estamos determinados por una estructura (Maturana) que nos hace únicos, de modo que una experiencia terapéutica no puede ser similar a la otra y cada una exigirá su propio camino. Una actitud curiosa puede convertir la entrevista en una brillante oportunidad de conocer a la persona y ver de qué manera podemos colaborar con ella, de modo que podamos diseñar una relación terapéutica única y favorable para la persona. Una solución que funciona para uno, no necesariamente funciona para otro.

2. Todas las personas tienen fortalezas y recursos para ayudarse y salir adelante

También bajo la inspiración de Humbeto Maturana, la Terapia Breve Centrada en Soluciones está de acuerdo con que debemos generar una dinámica interaccional que permita que las personas puedan recuperar algo, tanto en sí mismas como en los demás. Con aceptación, empatía y respeto, podemos ir reconociendo los puntos fuertes, como por ejemplo el propio hecho de haber tomado la decisión de asistir a la terapia: esta es la primera fortaleza que hace visible la persona y debemos apreciar. Es cierto que los problemas actúan como una nube gris pero existen recursos y fortalezas que se ven ensombrecidas y hay que recuperar. Una terapia que genera posibilidades está basada en los recursos y las habilidades de las personas.

3. Nada es totalmente negativo

Este se relaciona con el principio anterior. Por lo general las personas perciben su situación como totalmente negativa y les cuesta percibir sus recursos y hallar excepciones al problema: “Nunca me fue bien”, “Siempre he sido así”, “El/Ella nunca podrá cambiar”, son frases que comúnmente escuchamos de las personas. A menudo la gente percibe su situación como totalmente negativa, sin considerar las excepciones del problema ni mirando sus propios recursos.

4. La resistencia no existe

Lo cierto es que una persona no puede ser “resistente”: lo que existe son terapeutas poco colaboradores que no llegan a comprender que no se toman en serio lo que dicen las personas. La resistencia es más un prejuicio que tiene que ver con el terapeuta que con los consultantes.

5. No podemos cambiar a las personas, sólo pueden producir el cambio ellas mismas

También fue Maturana el que afirmó que la interacción instructiva es imposible y que como seres vivientes estamos cerrados a la información. Esta es la razón por la que nuestros esfuerzos por transmitir una idea y esperar que esta genere resultados muchas veces no funciona. A veces nos esforzamos demasiado por transmitir una idea y la persona la adapte en el proceso de crear diferencias. Esta es la razón por la que recordarás que algunos de los consejos de tus padres o tus amigos no funcionaban en tu situación, a pesar de estar de acuerdo totalmente con ellas. El cliente es el experto, y será el quién decida qué es lo mejor.

6. La Terapia avanza lentamente

Sí, es una terapia; pero brevedad no implica necesariamente rapidez. Es breve porque proporciona un tratamiento eficaz, más corto que el de otras terapias y con efectos duraderos en el tiempo. Brevedad será siempre el resultado de haber creado una terapia a la medida de las necesidades de las personas y no resultado de la aplicación de una técnica que se apresure en lograr resultados. Usar la técnica como si fuera una receta o un fármaco puede echar las cosas a perder e incluso puede prolongar la terapia, porque podríamos estar concentrándonos en asuntos que no tienen relación con lo que la persona realmente busca. Más que ser pacientes con las personas, debemos ser pacientes con nosotros mismos.

7. No hay causa y efecto

La lógica lineal del mecanismo de causa y efecto está muy lejos de nuestro enfoque.

Ayer, en una reunión, conocí a una muchacha que había renunciado a todas las terapias (nunca terminó una y lleva muchos años cambiando de terapeuta) por la obsesión de muchos terapeutas de hablar el pasado, de conocer la causa. Se alegró de saber de que no todos los terapeutas ni las terapias hacen esto. Para ella, que pensaba que lo había probado todo, escuchar esto significó muchísimo. Abandonaba todas las terapias porque revivían su pasado obsesivamente haciendo bucle con la idea de resistencia y el diagnóstico de depresión, conducida a la psiquiatría y los fármacos.

Por lo general, la gente casi siempre está dispuesta a aceptar que si pudiera resolver un problema sin comprenderlo, lo haría, y se sentiría conforme.

8. Las soluciones no tienen necesariamente que ver con el problema

¿Es posible desarrollar la terapia sin conocer el problema o dar vueltas alrededor?

Cuando el equipo del Brief Therapy Center translada su enfoque del problema a la solución, comprueba que la pregunta “¿Qué no quiere cambiar de la situación que lo trajo aquí?” provocaba diferencias positivas muy al margen de la descripción del problema. En efecto, la terapia puede centrar su atención sobre las excepciones y las posibilidades que se pueden generar en el futuro.

9. Las emociones son parte del problema y de la solución

Un viejo prejuicio señala que la terapia breve centrada en soluciones no se ocupa de las emociones. Sin embargo esto está lejos de ser cierto y Eve Lipchick tuvo que escribir un libro para aclarar la situación (“Terapia centrada en la solución. Más allá de la técnica. El trabajo con las emociones y la relación terapéutica”), inspirándose en la ontología del lenguaje de Humberto Maturana: si el lenguaje se concibe como una acción inseparable de la emoción, las emociones están contenidas en la terapia con la misma importancia que los pensamientos, las conductas y la relación. No ocuparnos de los sentimientos y no conectar a un nivel emocional podría limitar la relación terapéutica  y el conocimiento que surge de la comprensión de uno mismo, las excepciones y las distintas posibilidades de generar una historia alternativa.

Las emociones forman parte del lenguaje y son definitivamente esenciales en la toma de decisiones y la forma como nos conducimos hacia una meta y sus objetivos.

10. El cambio es inevitable

“El camino de las mil millas comienza con un solo paso”, y un pequeño cambio puede conducirnos hacia otros cambios mayores que son consecuencia del efecto de la complejidad de nuestras relaciones y lo que se va tejiendo en ellas. Un cambio cualquiera puede afectar la red y nuestra vida. El cambio se desarrolla paso a paso, comenzando por las cosas más pequeñas. Dependerá de nosotros conducir la terapia de manera que no seamos demasiado ambiciosos con los objetivos, creando acciones que puedan alcanzarse y ser sentidas como una evolución. Algo aparentemente “insignificante” como sonreir, despedirse con un beso de su esposa, o hacer una llamada teléfonica, puede convertirse para la persona en un gran comienzo que pude conducir hacia diferencias mayores hasta alcanzar su objetivo. Para producir una diferencia la persona debe acomodar su vida usando sus propios recursos y conocimientos. Basta con una pequeña diferencia para girar la rueda.

11. No podemos cambiar el pasado, enfócate en el futuro

La realidad la construimos socialmente y el lenguaje es una acción en el presente que genera posibilidades. Como en el ejemplo de la muchacha del principio 7 que mencioné anteriormente: se trataba de una persona que clamaba centrarse en el presente para transformar su futuro. Es más útil preguntarse que mantiene vivo el problema que rastrear aquello que lo provocó.

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Jorge Ayala