Terapia Breve y Cursos

15
enero
2019
15 enero 2019

La reactualización de los estigmas en psicoterapia

¿Qué piensas de las personas que visitan tu consulta?

¿Has pensado en eso?

Los griegos crearon un término: estigma.

¿Para qué?

Para así poder referirse a los signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo que consideraban malo y poco habitual en el status moral de quién los presentaba.

Los signos eran cortes o quemaduras para señalar, por ejemplo, que estaban frente a un "esclavo", un "criminal" o un "traidor"; un persona corrupta o una persona deshonrada. Lo que pasó más tarde con el cristianismo fue agregarle signos metafóricos: signos corporales de gracia divina y por otro lado signos corporales de perturbación física.

La sociedad y las disciplinas han establecido medios para categorizar a las personas a lo largo de la historia de la humanidad. Han convertido esta práctica como algo corriente y natural: categorizar a sus miembros.

No es extraño que al recibir a una persona en consulta uno inmediatamente empiece a poner atención en las primeras apariencias que permitan preveer en qué categoría se encuentra una persona y cuáles son sus atributos para definir su identidad social o lo que resulta más adecuado, su “status social”. Así nos enseñaron a hacerlo en la universidad y este mismo conocimiento es perpetuado por gran parte de la psicología académica y distintos enfoques terapéuticos.

Apoyándonos en todas estas anticipaciones, empezamos a construir expectativas normativas y ciertas demandas.

Cuando alguien me pregunta si puede usar Terapia Breve Centrada en Soluciones con personas que presentan "estas" u otras características y diagnósticos, lo que hacen es responder a ciertas expectativas normativas. Hacen lo que hacen sin saber lo que hacen. Dicen lo que dicen sin saber lo que dicen. Cuestionan lo que cuestionan sin saber lo que cuestionan. La pregunta que realmente terminan haciendo, es:

¿Puedo usar la Terapia Breve Centrada en Soluciones con una persona que no presenta señales de lo que para mi representa la "normalidad"?

"Normalidad" informada por una disciplina que reduce la experiencia humana por categorías absurdas.

Por lo general, algunas personas no toman consideración de estar formulando demandas cuando realizan estas preguntas.

Tampoco consideran cuál es el contenido que privilegian, de índole epistemológico y práctico, cuando cuestionan si pueden usar la Terapia Breve Centrada en Soluciones con "estas personas". Lo que probablemente siguen preguntando, sea:

¿Puede la Terapia Breve Centrada en Soluciones satisfacer la necesidad mis expectativas normativas?

Y es allí cuando nos dados cuenta que satisfacemos determinados supuestos sobre la persona que visita la consulta.

Cuando empezamos a ver a las personas como dueñas de un atributo que marca una diferencia poco apetecible, señalada por estos propios atributos como una persona débil, sin capacidades, carente de recursos, malvada y peligrosa, estamos dejando de ver a la persona como una persona para reducirla a un ser menospreciado, contaminado e infectado, para colocarle un estigma y empiece recibiendo un atributo desacreditador, que de una u otra forma excluirá a cada terapeuta de su responsabilidad por la (in)comprensión que tiene de la persona y su proceso vital.

De estar manera configuran su protección: siempre será la persona consultante la culpable de que el proceso no tome una dirección útil.

Cierta clase de estigma se asocia también con los "defectos del carácter": falta de voluntad, creencias rígidas, deshonestidad, intento de suicidio, consumo de drogas y algunas perturbaciones, configurando una de las tres clases de estigmas; las otras dos tienen que ver con el cuerpo y con los estigmas asociados a la raza, religión y nación.

Una persona a la que se asigna un estigma se convierte en una persona a la que dejamos de ver con humanidad. Y ninguna conversación es útil y generativa cuando no hay amor por la humanidad. En lugar de ser aceptado fácilmente en un intercambio social, un rasgo nos lleva a alejarnos de la persona anulando toda posibilidad de ver sus otros atributos. Se aplican diversos tipos de discriminación que reducen la práctica y, sin cuestionarlo, las posibilidades de vida de esta persona.

Y ninguna conversación es útil y generativa cuando no hay amor por la humanidad.

Se privilegia el orden de una teoría para aplicársela y seguir con una ideología que explique porqué esa persona es inferior para los resultados de la práctica y para explicar porqué para esta persona la terapia que solemos hacer "exitosamente" con otras personas, no funciona.

Lo que se produce, finalmente, es una clasificación que no sólo crea a la persona a la que se le aplica sino que además produce un lenguaje, un sistema de pensamiento y un discurso.

El peligro es que se termine actuando por motivos ideológicos más que personales, tentados a olvidar nuestra humanidad, en la trampa de tener que diseñar historias en las que finalmente, no confiamos ni terminamos de creer.

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Jorge Ayala