Terapia Breve y Cursos

23
septiembre
2016
23 septiembre 2016

Cómo transformar una queja en un propósito, posibilidad o destino en Terapia Breve Centrada en Soluciones

Te debe de haber sucedido: estás empezando a establecer un destino y consigues respuestas que señalan lo que NO debería suceder:

– “Me siento bastante desesperado, no quiero sentirme desesperado”.
– “Me siento en medio de una depresión terrible, quisiera dejar de sentirla”.
– “Ando pensando en esas cosas todo el tiempo, sólo deseo dejar de pensar”.
– “Mucha gente se comporta conmigo de una manera que a mi no me gusta, quisiera que dejen de hacerlo”.

El primer gesto que tendría cualquier terapeuta en consulta sería ampliar el conocimiento de esta queja hasta conocer con detalle el problema y lo que significa. Enfocado en resolver el problema estará interesado en descubrir los detalles sobre los sentimientos involucrados con la queja, las cogniciones que esto produce, los comportamientos, acciones e interacciones, y las causas potenciales de este problema (internas, externas, biológicas, etc.). Una vez que el terapeuta logra desarrollar una estupenda hipótesis o diagnóstico, puede comenzar con su intervención. Estas intervenciones pueden incluir algunas sugerencias sobre lo que la persona tiene que hacer diferente o cómo debe de hacer para pensar diferente: “Tú tienes que empezar a pensar de esta manera….”, “Tú tienes que empezar a hacer las cosas de esta manera…”

Algunas personas que suelen utilizar estas ideas en la práctica, señalan que las respuestas de muchas personas a estas sugerencias generalmente incluyen esto: “Si, pero…” “Si, he intentado todo lo que usted dice, pero…” El “si, pero…”, está presente en estos diálogos y los inmoviliza.

En Terapia Breve Centrada en Soluciones convertimos estas quejas -con una buena dosis de empatía y respeto por lo que las personas están advirtiendo- animando a que las personas imaginen qué sería diferente. Para establecer un buen destino es más importante conocer lo que la persona desea que ocurra antes que lo que desea que no siga ocurriendo. Veamos algunos ejemplos:

– “¿Cómo te gustaría sentirte en lugar de desesperado?” (Y posteriormente indagamos por las (inter)acciones que acompañarían estos sentimientos.)
– “¿Cómo te gustaría sentirte si dejaras atrás esta depresión?” (Y también indagamos por las (inter)acciones que acompañarían estos sentimientos.)
– “¿Cuáles serían las cosas en que pensarías en lugar de aquellas que son tan incómodas?”
– “¿Qué estás deseando que estas personas hagan diferente contigo? ¿Qué empezarías a hacer tú que será diferente cuando estas personas empiecen a hacer esto?”

Las frases exactas que vamos a usar para elaborar la pregunta dependerán exclusivamente de las palabras que hemos escuchado decir a la persona cuando expuso la queja. Qué notarían las personas que será diferente cuando la queja ya no suceda, es el movimiento que optamos hacer para indagar acciones y respuestas más útiles. Qué notarán las personas cuando esto pase, es lo que nos interesa.

Ahora, para que esto funcione, es importante desarrollarlo una vez que la persona expone la queja. Resulta bastante difícil hacer estas preguntas luego de haber compartido una sugerencia y la persona nos ha respondido con un “Si, pero…”

Es importante hacer estas preguntas conectando directamente con la queja cuando esta ha sido expuesta. Una vez que empezamos con estas preguntas, hemos iniciado la aventura de enfocarnos en las soluciones.

“¿Qué harías en lugar de eso?”, es una buena pregunta que podemos hacer para transformar una queja en una posibilidad, e incluso en una posible solución.

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Jorge Ayala