Terapia Breve y Cursos

24
mayo
2018
24 mayo 2018

Hacer menos es la solución

Cada día enviamos mensajes de texto, tenemos una llamada perdida, compartimos una nueva foto o video en Facebook e Instagram y publicamos un nuevo mensaje en el Twitter, fragmentando asombrosamente nuestra realidad. El resultado de esta relación que tenemos con el mundo es que cada vez más nos acostumbramos a pensar en fragmentos, en pequeñas cosas. Lo común hoy es lo fragmentado, lo micro dominando lo macro, sin que esto impida la profundidad de nuestros pensamientos.

Y en el plano conductual y de nuestras relaciones, parece que cuando queremos resolver un problema o atravesamos una circunstancia especial, hacemos todo lo contrario: si no tenemos buenos resultados nos volcamos mucho más en el asunto, contando nuestros problemas a cuántas personas se crucen por nuestro camino y ponemos toda nuestra atención en tener cada vez más conversaciones con las personas envueltas con nosotros en esta situación (nuestra pareja, hijos, padres, compañeros de trabajo, etc.), haciéndonos promesas y elaborando grandes y ambiciosos objetivos que pocas veces cumplimos, empecinándonos en hacer más de lo mismo sin marcar la diferencia, cuando hay mucha distinción entre estar ocupado todo el tiempo tratando de resolver un problema y estar haciendo un trabajo útil que esté dando buenos resultados. Estar ocupado todo el tiempo no es señal de trabajar mejor. Ocuparse de los problemas todo el tiempo –un oficio que conocemos muy bien- tampoco garantiza que encontremos una solución.

La fórmula que quiero compartir hoy con ustedes no es nada nueva. El minimalismo y su slogan “MENOS ES MÁS” apareció como un movimiento artístico en los años 60. Los artistas se comprometieron a crear piezas artísticas usando los elementos mínimos y más básicos, como la geometría pura y los colores primarios.

Hacer menos significa que te mantendrás enfocado sólo en una cosa –un microobjetivo- y que lo harás mejor que si te ocuparas de dos o tres cosas a la vez. No es una excusa para bajar los brazos y decir “que ocurra lo que tenga que ocurrir”, de ninguna manera. Hacer menos significa enfocarse en una pequeña cosa y llevarla al extremo.

Es cierto que hacer más nos vuelve más inquietos, más curiosos, nos despierta, nos mantiene vivos en interacciones muy intensas, pero además, el reverso de la moneda, es que hacer más nos pone irremediablemente más ansiosos y dependientes de los resultados.

Hacer menos y fragmentar no compromete la profundidad del cambio que queremos lograr. Todo lo contrario, un pequeño cambio es el comienzo de un cambio mayor.

Por ejemplo, muchas veces lo común en una relación es “hablar del problema”, incrementando cada vez más la frecuencia de nuestras conversaciones y el desánimo y la desesperanza cuando sentimos que esa conversación no ha dado buenos resultados y seguimos en lo mismo.

Y lo que parece suceder es que nuestra pareja no quiere verse aturdida con nuestros discursos (consejos, reclamos, quejas, recomendaciones), lo que parece decirnos es “a mi solo dame las piezas, los datos, y yo armo el discurso”. Y aquí es donde intervenimos haciendo menos. Esto quiere decir que esta semana me mantendré ocupado únicamente en un fragmento de mi objetivo, y esto significa dividir el objetivo en pequeños micro-objetivos. Así hoy día me mantendré concentrado únicamente en terminar con un artículo para publicar mañana o podré mantenerme concentrado en recibir a mi esposa con el almuerzo preparado y listo a su llegada, dándole una verdadera sorpresa que puede significar el comienzo de un gran día. Este será mi única misión y el resto del día me concentraré en mantener únicamente el buen humor.

Hacer menos y fragmentar no compromete la profundidad del cambio que queremos lograr. Todo lo contrario, un pequeño cambio puede ser el comienzo de una gran revolución.

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Jorge Ayala